











Poemas
De
H.P. Lovecraft
Su poesía está contenida en los volúmenes "Hongos de Yuggoth Poemas de horror cósmico", "Hongos de Yuggoth Poemas de la naturaleza", "Hongos de Yuggoth Poemas metafísicos", "Hongos de Yuggoth Poemas oníricos", y "Poemas fantásticos", todos escritos entre 1929 y 1930.
Agobiado por la pobreza y la enfermedad, falleció de cáncer en Providence en marzo de 1937.
A Pan
Sentado en una cañada entre bosques
A orillas de un arroyo bordeado de juncos
Meditaba yo un día, cuando adormeciéndome
Me vi sumido en un sueño.
Del riachuelo surgió una figura
Medio hombre y medio cabrio;
Tenía pezuñas en vez de pies
Y una barba adornaba su garganta.
Con un rústico caramillo de caña
Tocaba dulcemente aquel ser híbrido,
Y yo olvidé todo cuidado terreno
Pues sabía que era Pan.
Ninfas y sátiros se congregaron
Para gozar del alegre sonido,
Demasiado pronto desperté con pesar
y volví a las moradas de los hombres,
Pero en valles campestres yo querría vivir
Y escuchar de nuevo la flauta de Pan.
El horror de Yule
Hay nieve en el campo
Y los valles están helados,
Y una profunda medianoche
Se cierne sombría sobre el mundo;
Pero una luz entrevista en las cumbres
Revela festines profanos yantiguos.
Hay muerte en las nubes,
Hay miedo en la noche,
Pues los muertos en sus mortajas
Celebran la puesta del sol,
Yentonan cantos salvajes en los bosques mientras danzan
En torno al altar de Yule, fungoso y blanco.
Un viento que no es de este mundo
Recorre el bosque de robles,
Cuyas mórbidas ramas se ahogan
En una maraña de delirante muérdago,
Porque éstos son los poderes de las tinieblas, que perviven
En las tumbas de la raza perdida de los Druidas.
La ciudad
Era dorada y espléndida
Aquella ciudad de la luz;
Una visión suspendida
En los abismos de la noche;
Una región de prodigios y gloria, cuyos templos
Eran de mármol blanco.
Recuerdo la época
En que apareció ante mis ojos;
Eran los tiempos salvajes e irracionales,
Los días de las mentes embrutecidas
En los que el Invierno, con su mortaja blanca y lívida,
Avanzaba lentamente torturando y destruyendo.
Más hermosa que Zión
Resplandecía en el cielo
Cuando los rayos de Orión
Nublaron mis ojos,
Y me sumieron en un sueño lleno de oscuros recuerdos
De vivencias olvidadas y remotas.
Sus mansiones eran majestuosas,
Decoradas con bellas esculturas
Que se erguían con nobleza
En magníficas terrazas,
Y los jardines eran fragantes y soleados,
Y en ellos florecían extrañas maravillas.
Me fascinaban sus avenidas
Con sus perspectivas sublimes;
Las elevadas arcadas me confirmaban
Que una vez, en otro tiempo,
Había vagado en éxtasis bajo su sombra,
En el benigno clima de Halcyón.
En la plaza central se alineaba
Una hilera de estatuas;
Hombres solemnes de largas barbas
Que habían sido poderosos en su día...
Pero una estaba rota y mutilada,
Y su rostro barbado había sido destrozado.
En aquella ciudad esplendorosa
No vi a ningún mortal,
Pero mi imaginación, indulgente
Con las leyes de la memoria,
Se demoró largo tiempo contemplando aquellas figuras
De la plaza, cuyos pétreos rostros observó con temor.
Avivé el débil rescoldo
Que aún permanecía encendido en mi espíritu,
Y me esforcé por recordar
Los eones de pasado;
Por atravesar libremente el infinito,
Y poder visitar el insondable pasado.
Entonces la horrible advertencia
Cayó sobre mi alma
Como el ominoso amanecer
Que asciende en su roja aureola,
Y huí, lleno de pánico, antes de que los terrores
Ya olvidados y desaparecidos me fueran revelados.
Oceanus
A veces me detengo en la orilla
Donde las penas vierten sus flujos,
Y las aguas turbulentas suspiran y se quejan
De secretos que no se atreven a contar.
Desde las simas profundas de valles sin nombres,
Y desde colinas y llanuras que ningún mortal conoce,
La mística marejada y el hosco oleaje
Sugieren como taumaturgos malditos
Un millar de horrores, henchidos por el temor
Que ya contemplaron épocas hace tiempo olvidadas.
¡Oh vientos salados que tristemente barréis
Las desnudas regiones abisales;
Oh pálidas olas salvajes, que recordáis
El caos que la Tierra ha dejado tras de sí;
Una sola cosa os pido:
Guardad por siempre oculto vuestro antiguo saber!
Por donde un día paseó Poe
Divagan eternamente las sombras en esta tierra,
Soñando con siglos que se fueron para siempre;
Grandes olmos se alzan solemnes entre lápidas y túmulos
Desplegando su alta bóveda sobre un mundo oculto de otro tiempo.
Una luz del recuerdo ilumina todo el escenario,
Y las hojas muertas hablan en susurros de los días idos,
Añorando imágenes y sonidos que ya no volverán.
Triste y solitario, un espectro se desliza a lo largo
De los paseos por donde sus pasos le llevaban en vida;
Pero no es visible a los ojos de cualquiera, a pesar de que su canto
Resuena a través del tiempo con una extraña fascinación.
Sólo los pocos que conocen el secreto de su magia
Pueden encontrar entre estas tumbas la sombra de Poe.






